Es normal que en ocasiones queramos
resaltar y que nuestros actos sean tomados en cuenta, incluso queremos agradar
a las personas que están en nuestro medio, sin embargo este factor que parece inofensivo
puede convertirse en un arma que nos mantenga esclavizados a una dependencia de
aprobación continua de nuestros actos.
Una vez leí una frase que vale la
pena compartir, "la opinión de los demás sobre ti, no tiene porque
convertirse en tu realidad". Sin embargo, se trata de una de esas frases
grandilocuentes que son más fáciles de memorizar que de llevar a la práctica.
De hecho, todos, en alguna que otra medida, sentimos la necesidad de
aprobación.
En realidad, la necesidad de
aprobación no es algo negativo pero lo importante es que no crezca de manera
desproporcionada. El problema comienza cuando nos esforzamos en demasía con el
único objetivo de lograr la aprobación de los demás. Un problema que a veces
tenemos sin percatarnos de que existe, lo cual, obviamente, nos impide avanzar.
Sentando las bases para comprender
la necesidad de aprobación
Antes de analizar la necesidad
patológica de aprobación es importante comprender de dónde proviene esta dependencia
emocional. Debemos tener presentes que somos seres sociales, que nos
construimos a nosotros mismos a partir de las relaciones con los demás y, por
tanto, es lógico que las valoraciones de los demás incidan sobre la percepción
que tenemos de nosotros mismos.
Por ejemplo, una madre que le dice
constantemente a su hijo que no sirve para nada, que es un incapaz y que no
logrará nada en la vida probablemente dará lugar a un adulto con una baja
autoestima y una percepción distorsionada de sí mismo, un adulto que quizás
necesitará la aprobación de los demás para validar su yo.
Nuestra autoimagen se forma a
partir de las retroalimentaciones que recibimos de los demás, por eso es normal
que en ciertas circunstancias necesitemos un poco de aprobación social, esta
nos hace sentir más seguros, nos reafirma que estamos yendo en la dirección
justa. Además, para ser del todo sinceros, a todos nos encanta que nos aplaudan
y que nos prodiguen palabras de halago, nos hace sentir bien. Sin embargo,
cuando supeditamos nuestras decisiones y comportamientos a la opinión de los
demás, entonces tenemos un problema
Cuando la opinión de los demás es
la ley
En el momento en que nos
convertimos en una persona dependiente de la opinión de los demás es como si
estuviésemos entregando las riendas de nuestra vida. Esto implica que cuando
alguien nos aprueba nos sentimos eufóricos pero cuando nos desaprueba nuestra
vida se viene abajo, caemos por el precipicio porque hemos puesto en las manos
de los otros nuestra valía emocional.
Obviamente, la necesidad de
aprobación es algo que se va construyendo día tras día, no es algo que se
implanta de la noche a la mañana. Normalmente comienza como un simple plegarse
a las normas, porque es más fácil estar de acuerdo con lo que dictan los demás
que hacer valer nuestra opinión. Así vamos sacrificando nuestro verdadero yo,
hasta que llega un momento en que las opiniones que los demás tienen sobre
nosotros son más importantes de lo que nosotros mismos pensamos.
Existen algunas actitudes que se convierten
en señales premonitorias:
- Mostrarse demasiado amables
cuando estamos en desacuerdo con las opiniones de los demás. No estoy diciendo
que cuando estemos en desacuerdo debemos adoptar comportamientos violentos y
hacer que nuestra opinión prevalezca a toda costa pero es normal que pongamos
un poco de pasión al defender nuestro punto de vista.
- No decir no. Si no sabes decir
no y supeditas tus propias necesidades a las de los demás todo el tiempo, es
muy probable que en la base se encuentre la necesidad de aprobación.
- Cambiar de opinión para ser
amable e intentar gustarle a los demás. Vale aclarar que cambiar de idea no
solo es algo normal sino que también es signo de inteligencia y flexibilidad,
pero solo cuando los argumentos del otro realmente nos han convencido.
- Sentirse triste o angustiado
cuando los demás no aprueban tus ideas o comportamientos. Obviamente, cuando no
encontramos apoyo no nos sentiremos felices pero si la tristeza que
experimentamos es desproporcionada, probablemente en la base se encuentra la
necesidad de aprobación.
¿Cómo deshacerse de la necesidad
patológica de aprobación?
Básicamente, la necesidad de
aprobación se combate cambiando las creencias que la sustentan:
- Comprender que no podemos
agradarle a todos. Cada persona es única, tiene sus gustos y preferencias por
lo que no siempre podremos encontrar suficientes puntos de convergencia, no
siempre podemos caer bien y, sobre todo, no debemos ni siquiera tener esa
expectativa.
- Tú eres tan importante como los
demás. Tu opinión vale porque, a fin de cuentas, ¿quién te conoce mejor que tú?
Las personas pueden emitir críticas o darte consejos pero eres tú quien toma
las decisiones.
- El rechazo a una idea o un
comportamiento no es un rechazo a tu persona. Normalmente quienes necesitan
aprobación constante confunden sus comportamientos con su “yo”. Es decir, el
hecho de que te hayas equivocado al hacer algo no significa que seas una
persona torpe o poco inteligente, significa simplemente que has cometido un
error.
Debes recordar que todos tenemos una voz interior que suele decirnos lo que esta bien y lo que está mal, podemos llamarla conciencia, es importante hacer las cosas con excelencia para ganar una satisfacción personal, sin embargo, ante los errores que se comentan se obtiene el aprendizaje que nos nutrirá para ser mejores personas, quita la carga de querer ser aceptados por todos y comienza por aceptarte tú mismo con virtudes y defectos.
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